¿Por qué hay tanta gente que quiere perder peso, pero tan pocos que realmente persiguen este objetivo con seriedad? Un factor es el mito de que la pérdida de peso solo se puede lograr mediante cambios drásticos en el estilo de vida, como dietas de hambre, la eliminación de grupos de alimentos enteros, el ejercicio extremo o la dependencia de suplementos inseguros.
El mayor problema es que este proceso no es sostenible e incluso puede ser inseguro. No existe una solución milagrosa para una pérdida de peso eficaz y duradera. El control de peso eficaz debe ser holístico.
En lugar de confiar en medidas extremas para perder peso, el control de peso eficaz debe centrarse en cambios sostenibles en el estilo de vida. Las elecciones moderadas sobre nutrición, ejercicio y el uso de suplementos naturales conducen con mucha más frecuencia a la pérdida de peso a largo plazo. En esta página, examinamos cómo cada uno de estos factores afecta al peso corporal y sugerimos formas en que los suplementos naturales pueden ayudarle en sus esfuerzos por perder peso.
Para entender por qué el control y la pérdida de peso son un equilibrio entre tantos factores, es importante entender primero por qué engordamos. El cuerpo humano consume energía en todo lo que hace. Para seguir funcionando, envía al cerebro una señal de que necesita energía en forma de alimento. Los alimentos proporcionan calorías, unidades de energía para realizar las funciones corporales. Todo lo que hacemos consume calorías. Cuando tenemos un exceso de calorías, el cuerpo las almacena en forma de grasa para utilizarlas en momentos de necesidad. Este proceso fue muy eficiente durante la mayor parte de la historia, cuando éramos más activos y obtener suficiente comida podía ser difícil o costar mucha energía. Sin embargo, obtener suficiente comida ya no es difícil y rara vez consumimos mucha energía para ello: piense en sus visitas al supermercado o a un restaurante. Esto conduce a un enorme excedente de calorías, lo que conduce al aumento de grasa.
Aunque esta ecuación es generalmente un indicador fiable de la pérdida o el aumento de peso, otros factores, como el estrés o los hábitos de sueño, también pueden influir en el peso corporal. Estos factores del estilo de vida no solo influyen en nuestros hábitos alimenticios y de ejercicio, sino que también pueden ser aspectos importantes del control de peso en sí.
Carbohidratos, grasas, proteínas.
Por lo tanto, es importante entender: un exceso de carbohidratos, grasas y sí, incluso proteínas puede conducir a más grasa corporal.
Los carbohidratos no son malos; de hecho, son la fuente de calorías favorita del cuerpo para la producción de energía. Los carbohidratos pueden metabolizarse rápidamente durante la digestión y utilizarse como combustible directo para la energía celular. Los carbohidratos se convierten en glucosa, o ‘azúcar en la sangre’, y forman una fuente de calorías después de comer. Los carbohidratos también pueden almacenarse como glucógeno, que también se utiliza para obtener energía en el hígado y los músculos. El exceso de calorías de los carbohidratos que no se consumen como glucosa o se almacenan como glucógeno se almacenan como grasa.
La grasa dietética también es una excelente fuente de energía disponible directamente. Pero al igual que los carbohidratos no utilizados, la grasa dietética no utilizada se almacena en las células grasas para su uso posterior.
Cuando la glucosa, el glucógeno y las grasas no están disponibles para la producción de energía, las proteínas también pueden convertirse en glucosa a través de un proceso llamado gluconeogénesis. Sin embargo, las proteínas se utilizan principalmente como bloques de construcción para el crecimiento y la reparación de células y tejidos. Sin embargo, dado que su cuerpo tiene una capacidad limitada para utilizar las proteínas para estos fines, el exceso de proteínas también se convierte en grasa.
Si usted pertenece al 65% de los adultos que alguna vez han hecho dieta y probablemente han visto resultados variables, sabe lo difícil que puede ser comer menos.
Y eso es porque comer puede ser placentero tanto física como emocionalmente. Cuando tenemos hambre, nuestro cuerpo envía señales poderosas a través de varias vías fisiológicas para hacernos saber que es hora de comer. Cuando respondemos comiendo, señales igualmente poderosas nos recompensan por responder a la necesidad de alimentos de nuestro cuerpo. Estas señales se ven influidas con el tiempo por la cantidad que comemos, lo que comemos y por qué comemos. La combinación de estas poderosas señales alimentarias forma nuestro «apetito».
Cuando reducimos la cantidad de calorías que nuestro cuerpo está acostumbrado a recibir -cuando hacemos dieta- nuestro apetito aumenta. Nuestro cuerpo responde con malestar físico y emocional y una serie de reacciones hormonales. Este malestar es real y se necesita autocontrol para no ceder a la súplica de nuestro cuerpo de más comida. Cuando el apetito se vuelve demasiado fuerte, a menudo cedemos y comemos una abundancia de alimentos ricos en calorías para satisfacer la necesidad de nuestro cuerpo de fuentes de energía disponibles directamente. Nuestro cuerpo también entra en pánico y aumenta la secreción de grelina, la llamada ‘hormona del hambre’, lo que lleva a que se almacenen más calorías como grasa, por si nos volvemos a someter a una inanición en el futuro.
La pérdida de peso persistente y saludable será muy probablemente el resultado de una reducción gradual y constante de la ingesta de calorías y un aumento del número de calorías que quemamos. El control de las molestias emocionales y físicas de una dieta restringida en calorías también aumentará nuestras posibilidades de éxito. Recuerde: no existe una solución milagrosa, pero hay productos que pueden aliviar las molestias y dificultades de una dieta.
